Lo que perdí

Subí las escaleras y lo ví por primera vez. Me sonrió, me dió un beso.
Cuando el sol estaba husmeando detrás de la ventana
ya me había instalado en sus ojos, y ahí quedé,
hasta que la cobardía tomó como rehén mis desiciones.

Tenía miedo de lo desconocido, de lo grande,
de mis prejuicios, de crecer.

Me entregué al pasado austero que me poseía.
Pasados los meses, pude abrir los ojos
y ví de nuevo aquel sol que husmeaba en la ventana,
pero ya no estaban sus ojos,
ya no estaba el lugar en que yo descansé por instantes aquella vez.
Ahora ya no tengo miedo, y voy a econtarte.

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